El progreso del amor. Alice Munro

Alice Munro

El progreso del amor ha sido eso, el progreso del amor hacia lectura de esta escritora. Si bien, en el leído anteriormente, demasiada felicidad, me costó algo disfrutar de la misma, de la felicidad y de la autora, en esta ocasión el progreso ha sido notable. Ya no me cuesta tanto seguir los lazos de parentesco entre los personajes que aparecen en sus cuentos ni situar geográficamente los cambios de domicilio de las familias, siendo más sencillo entender su forma de fraccionar literariamente las historias vitales de quienes aparecen en sus relatos. Historias que por otra parte no son nada del otro mundo a las que Munro aporta toques íntimos, de esos que todos pensamos en la conversaciones en nuestra vida diaria, pero que no nos atrevemos a decir porque pueden sentar mal, porque entendemos serían mal educados, y que acaban por provocar un giro real en las relaciones interpersonales pues son las que realmente importan.

Matar a un ruiseñor. Harper Lee

1935. Alabama. Estado algodonero y esclavista. Un abogado defiende a un negro acusado de posible violación a una mujer blanca. A partir de este encuadre es sencillo imaginar los problemas en torno a la posición del abogado defensor, de su familia, del pueblo y de cómo pueden ir oscilando los acontecimientos alrededor del caso. Se hace todo tan sencillo que la lectura fluye sin darnos cuenta que de pronto estamos metidos en el pueblo de Maycomb, sus calles, sus distintas comunidades religiosas, su comunidad negra, la cárcel y el tribunal. Lo complica todo, y de forma maravillosa, Jean Louise, quien toma las riendas de la narración y con su voz aporta la sinceridad y sencillez de una niña para llevar al lector a entender una época dictatorial estructurada en función del color de la piel.

La náusea. Jean-Paul Sartre

«Este gusto a queso en la boca… Entonces, ¿Esto, esta cegadora evidencia es La Náusea? Eso es todo. Pero me da lo mismo. Es extraño que todo me dé le lo mismo: me espanta. Desde el famoso día en que quise jugar a las cabrillas. Iba a arrojar aquel guijarro, lo miré y entonces empezó todo: sentí que el guijarro existía. Y después de esto hubo otras Náuseas; de vez en cuando los objetos se ponen a existir en la mano»

Así es la lectura de este libro. Un regusto en la boca por dejarlo a un lado junto a una catarsis nauseabunda que obliga a seguir su existencia.

Viaje con Heródoto. Ryszard Kapuscinski

Con Ryszard se identificaron muchos periodistas de la segunda mitad del siglo pasado. Desconozco la calidad de su actividad en este sector la cual no le debió ser fácil ya que desde los 60 se pasó el hombre recorriendo medio mundo como corresponsal polaco allá donde hubiese conflicto sin más idioma que el polaco y el de los gestos. Esta particularidad le facilitó vivir muchos movimientos sociales así como el nacimiento de las más variadas dictaduras militares en países recién emancipados de su pasado colonialista.

Hace tiempo leí del mismo autor: Ébano. Crónicas a modo de relatos que recorren África mostrando la crudeza y belleza de los nuevos regímenes de países previamente ocupados por europeos. 

En este libro realiza un doble viaje. Por una parte relata lo vivido en las naciones visitadas (India, China, Irán, Egipto, Libia, Congo, Senegal, Tanzania, entre otras) con esa peculiar maestría para aprovechar el incidente sociopolítico que le ha llevado hasta allí y contarnos las raíces sociales del mismo, la forma de ser de las gentes, los peligros y comodidades que aporta el ser de piel blanca. A su vez, de viaje, se lleva entre otros libros de lectura “Historia” de Heródoto cuyos tomos va desmenuzando en cuanto narrador de la expansión del imperio persa con sus batallas perdidas al norte contra los escitas, al igual que Napoleón y Hitler, debido a la incapacidad de maniobra de sus ejércitos en la fría estepa y el hundimiento de su flota en la batalla de las Termópilas y Salamina.

Una pena que ambos no estuvieran amparados por las tecnologías actuales pues serían referentes para los blogueros de la Red.  

Tres novelas exóticas. Rodrigo Rey Rosa

No suelo usar las opiniones de la contraportada de un libro pero tras leerlo libro me he acordado de un conocido presentador de televisión…

«Una escritura despojada hasta el máximo, en la que ninguna palabra sobra, y sin embargo envolvente y sensual hasta rozar lo obsesivo, casi como un sueño vivido.»

«Las novelas escritas por guatemaltecos (o sus variantes de género) son, por definición, exóticas. Las novelas guatemaltecas ambientadas en la selva del Petén, en África del Norte o en el sur la India pueden no tener el encanto de lo extraño, pero deben llamarse, en rigor, exóticas», declara el autor en su introducción a este volumen memorable.

Escritor errante, Rodrigo Rey Rosa es un maestro a la hora de retratar las geografías que ha conocido y a los seres humanos que las pueblan. Marruecos, la India y las antiguas tierras mayas en la selva de Centroamérica acogen las novelas aquí recogidas -Lo que soñó Sebastián, La orilla africana y El tren a Travancore (Cartas indias)-: tres historias para viajar y atesorar.

«Rodrigo Rey Rosa pone al lector «fuera de sí», lo hace soñar, lo trastorna, lo domestica y, después, en un perfecto smash, lo envía lejos de toda certidumbre.»

«Discípulo libresco de Jorge Luis Borges, primero, y en directo de Paul Bowles, después, Rodrigo Rey Rosa es un narrador sin patria ni tradición, marcado por la austeridad ejemplar de su escritura.»

«Rey Rosa crea historias de proporciones míticas.»

«No hay duda de que Rey Rosa es uno de los mejores escritores del momento.»

«Un implacable testigo, aunque jamás un cronista, del cruce y el conflicto de razas, culturas y civilizaciones.» …cuando dice aquello de: acaban ustedes de oír las noticias, ahora le contaremos la verdad.

Frases canarias. Juan José Dorta

Libros de frases han de tener todas las comunidades autónomas. Más difícil es que las sentencias populares vengan comentadas por Dº Juan José. Porque hacer un listado de frases locales a poco que cualquiera se ponga en bares, guachinches y mentideros con lápiz y papel es relativamente fácil. Solo resta que complete el listado preguntando a los mayores de distintos puntos de las islas. Sin embargo, son los comentarios de Dº Juan lo que aportan ese valor añadido a la recopilación ya que son por sí mismo un pozo de sabiduría popular que además de coincidir de pleno con lo que el lector imagina quiere decir la frase, el autor la explica haciendo énfasis en el tono de la misma si lo hubiere y en el deje socarrón que permite una explicación más canaria si cabe. Libro entretenido, segundo editado por este hombre de Guía Isora, en el que se ve la impronta del primero, dedicado a palabras canarias ya en desuso de las que él tiene preferencia por magallote, cachocho, cotio y abacorar.

El único final feliz para una historia de amor es un accidente. J.P. Cuenca

Los días del padre facilitan este tipo de sorpresas. En una mano el último de Llosa, Cinco esquinas, barrio limeño; en la otra, este con ese pez fugu tan mortal y sabroso a un tiempo. Sabedor de mis preferencias gastrolecturalias al margen de la oficialidad eligió el título más largo.

Aunque Fujimori suene japonés y usara el poder de la información y prensa amarilla como versa en Cinco Esquinas, nada tiene que ver con la ambientación nipona de esta novela en la que un padre poeta controla la vida de su hijo. No tiene suficiente con adquirir una muñeca robótica de altas prestaciones a la que insertarle las cenizas de su mujer en el interior y vivir en su torre de marfil, sino que trata de desestabilizar la propia relación amorosa de su hijo al conocer a su novia a través de la trama de escuchas y videos que le son facilitados. Un amor turbulento en una gran ciudad con el ojo del gran hermano de su padre controlándolo todo y la perversión humana solo puede acabar en accidente.

Agujero llamado Nevermore. Leopoldo María Panero

Me ha gustado más la poesía que su prosa, leída en Cuentos Completos. Esta selección permite ver la evolución en el tratamiento de los distintos temas que ocuparon la mente de Panero hasta fin de siglo, a falta de leer la producida los siguientes quince años hasta su muerte.

Panero se revuelve en sus entrañas contra todo y contra sí mismo lo que le ha facilitado admiradores por el solo hecho de ir contracorriente, carentes de criterio, y otros que esgrimen un rechazo frontal alegando que ni él mismo se considera poeta. En ocasiones no es fácil leer a Panero. El desorden y las incorrecciones dan la impresión de falta de competencia, descuido,  ganas de innovar por innovar. Sin embargo, forman parte de su verdad. El inacabamiento, las aparentes caídas de ritmo, la poca académica forma de puntuar, la citas y sintaxis incorrectas forman parte de su universo que asume lo imperfecto, los lapsus de memoria y la contaminación de lecturas como la forma natural de vivir y de ser de lo literario.

Lo fragmentario, lo incoherente y en general todo aquello que busca situarse en el territorio del exceso (coprofilia, incesto, impotencia, sadismo, masoquismo, etc.) no entran en sus poemas como provocación sino como síntoma, porque si no son la “verdad” al menos forman parte de “su verdad”. Todo ello ha facilitado una de las escrituras más lúcidas y radicales de la poesía española por parte de quien la máscara de la locura que lo constituía dio paso a la locura como lucidez. 

(Apoyado en textos de la edición de Jenaro Talens)

Portarrelatos. José de la Colina

Para los amantes del microrrelato con una extensión de unas pocas frases hasta unas pocas páginas Portarelatos es uno de esos ejemplos en los que la forma de contar una historia tan grande en tan poco obliga a la relectura de la misma, pues al igual que el ofrecido por la cucaracha de la portada, invita a comprobar cómo es posible tal equilibrio. Para muestra algunos ejemplos: “Acostada desnuda y desprevenida bajo la tormenta, un rayo le quitó la doncellez” “Onán: Como ninguna mujer le concedía la mano, se concedía la suya propia” “Ser o no ser. Ser escarabajo feliz o ser Gregorio Samsa infeliz: he ahí el dilema”

El ruido y la furia. Willian Faulkner

El Ruido y la furia seguramente ha de deber su título a otras múltiples razones pero probablemente para quien se acerque por primera vez a Faulkner a través de este título no le quede otra que experimentar el ruido de fondo, durante la lectura del primer capítulo, provocado por las frases inconexas de un retrasado mental, los saltos temporales y las continuas apariciones de sus diferentes cuidadores sin una relación lineal. Quien preserve, tras darse cuenta de la maestría del escritor al ponerse en la piel del personaje con tales deficiencias, y aún el libro no haya hecho ruido al tirarlo sobre la mesa por imposible, pasará a la furia provocada por el enfado de un segundo capítulo donde imita a través del uso de párrafos carentes de puntuación e inconexos el estado depresivo de otro de los personajes mientras discurre sobre el paso del tiempo. Si aún el libro permanece en las manos, la lectura de los dos capítulos restantes dará a entender el por qué del ruido ejercido por este libro que figura entre los de obligada lectura para muchos escritores y es referenciado en múltiples listados dentro de las mejores novelas a nivel mundial. Llegado al final del libro, el lector tras el apéndice que facilita la comprensión de lo dejado entre frases inconexas y ausencias de signos de puntuación, acabará enganchado con furia a este autor que como pocos ha sabido usar el flujo de conciencia en personajes tan pintorescos.