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Todo se desmorona

Chinua Achebe     

Atravesamos La Plaza del Charco y ahí están ellos; llegamos a San Telmo y ahí están ellas. Los negros con sus bolsos, las negras con sus trenzas. Cerramos los ojos y viajamos imaginando África. Podemos elegir entre soñar con el Celta de Vargas Llosa o dejar nuestro Corazón en Tinieblas como lo hiciera Joseph Conrad; podemos recrear Memorias de ese continente con Redford y Streep gracias a Isak Blinsen o hacer el descenso del Río Ulanga, a bordo de La Reina de África con Bogart y Katherine, propuesto por CS. Forester. En cualquier caso todo el colorido imaginado lo veremos filtrado por el color blanco.

Los cuentos más breves del mundo

416hfUalZwL._SX333_BO1,204,203,200_.jpgComo en todas las antologías los seleccionados dependen del antologador y como en todos los cuentos depende de quien los cuenta gustarán más o no. Como catálogo de agencia de viajes del cuento está muy bien ya que da una visión griega, china, india rusa europea, americana, etc. de cuentistas y como catálogo sobre la evolución del cuento también llega hasta los albores de la literatura moderna.

Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual

Edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls

Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual reúne 35 obras de los “Calleja” mejor considerados, por quienes han realizado la selección, para salir juntos en la misma foto. Algunos de ellos tienen mucho cuento, otros no entiendes a cuento de qué salen fotografiados y de otros cabe suponer que le habrán echado mucho cuento para no quedarse fuera de la instantánea. Ofrece el volumen una buena panorámica sobre la salud del cuento español al tiempo que la poética, previa a cada uno de ellos escrita por sus autores, deja a las claras que es muy fácil decir eso de «Tienes más cuento que Calleja» pero que otra cosa bien distinta es lograr hacer un cuento tan atractivo como los editados por Dº Saturnino Calleja.

Cosmos, Witold Gombrowicz

Captura de pantalla 2017-12-04 16.18.27.pngSi te gusta leer y entras en una librería, aunque no lleves un título en mente, es probable que salgas con un libro en la mano. El peso, la portada, la curiosa vida del autor, el olor, el comentario en la contraportada, el género literario, el título, el comentario de un amigo: cada cual podría argumentar el por qué ha elegido esa lectura y no otra. En ocasiones somos incapaces de descifrar las asociaciones realizadas que nos han llevado a la toma de decisión. Antes de tomarla nuestras neuronas habrán tenido que buscar una serie de vínculos aparentemente desconectados entre sí en un intento por ordenar el caos. La realidad es que el libro sale de la librería.
Para Witold, Cosmos, es un intento de investigar sobre los orígenes de la realidad. Un gorrión colgado, un palito colgado, flechas en el techo, huellas, señales, bocas que se yuxtaponen, pistas en varias direcciones que la mente del protagonista trata de hacer coherentes en la búsqueda del mensaje que las ha de conectar hasta caer en la cuenta de que por encima de todo, la imperfección, la fragmentación del conocimiento humano equivale a una incapacidad para conocer el Todo.
Cosmos, es un libro recordado por Matías, el librero de Masilva, al verme entrar en su librería. Tras sacarlo de la retranca, de ese cofre de los tesoros que atesora el buen librero, me dijo: llévate éste, te lo presto, lo traje de México; si de mis clientes hay alguno que le pueda sacar partido a Witold eres tú. Él fue polaco pero la Segunda Guerra Mundial lo pilló en Argentina y por allí se quedó. Al otro lado se le conoce más.
Para quien escribe, Witold y Cosmos pueden dejar al lector tan colgado como un salchichón o como el gorrión de la portada o bien reconocer que es el gorrión quien ha dejado colgado al lector preguntándose el tiempo empleado en hacer coherentes interpretaciones que no dejan de ser meras aleatoriedades, incluida la propia comprensión del Cosmos ante la incapacidad para conocer el Todo.

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Las 101 cagadas del español. María Irazusta

Captura de pantalla 2017-12-04 16.14.01.pngUna vez pasas el control de un aeropuerto cada cual vaguea por aquella sección que más le atrae a la espera del embarque y siempre y cuando quede algún detalle por incorporar es posible, como en mi caso, que tras valorar la opción de comprar algo de embutido bilbaíno, membrillo de la zona, o una Virgen de Begoña a precios nada benditos, acabe hojeando un libro a modo de recordatorio entorno a la gastronomía vasca. Si en esas se te presenta una oportunidad amena con la que instruirse en los entresijos del español y entretener el vuelo es tan difícil resistirse como dejar un pincho de lado.
En sus páginas se puede encontrar sentido a las típicas frases: Más feo que Picio, No ha venido ni el Tato, El corral de la Pacheca o El coño de la Bernarda. También cómo el paso del tiempo modifica el significado de las palabras y así: Álgido pasó de ser “muy frío” a punto “culminante” o Enervar que fue “debilitar” mucho antes que “poner nervioso”. Ayuda a entender redundancias repetitivas como deambular sin rumbo, puños cerrados, cita previa, nexo de unión, crespón negro o persona humana. A su vez se puede encontrar el sinsentido al uso del grafismo @ para evitar problemas de género ya que la escritura debe estar al servicio del habla y ese signo no va unido a sonido alguno o bien lo innecesario del empleo de formulas desdobladas los/las tan manido últimamente para evitar discriminaciones.
Su lectura es como un pincho, da gusto al paladar pero no sólo de sabores vive el hombre.

 

El disparatado círculo de los pájaros borrachos, Juan Aparicio-Belmonte

Captura de pantalla 2017-12-04 16.08.58.pngEntretenida sí que es. Disparatada puede que parezca si te pierdes en ella con sus saltos de un personaje a otro, de un tipo de narrador a otro, de una aventura que se solapa con la otra a cual más inverosímil. Pero al margen de ello no deja de ser un ejercicio de imaginación con una hoja de ruta muy bien establecida en forma de carrusel en el que escritor, protagonista, personajes principales y secundarios entran y salen de la realidad a la ficción de la propia novela que compone el propio narrador lo cual en ocasiones puede despistar al lector. Como lectura refrescante entre otras más densas está muy bien y como opción juvenil también.

 

Demasiada felicidad, Alice Munro

Captura de pantalla 2017-12-04 16.00.31.pngDemasiada felicidad, tanta, debió embargar a Alice Munro, cuando cayó en sus manos la historia de Sofía Kovalevsky, que decidió escribir el cuento que da título al libro. Novelista, matemática, primera mujer contratada como profesora de universidad en Europa, en la actualidad un cráter lunar lleva su nombre, a Sofía también le embargaba demasiada felicidad camino de Estocolmo al tiempo que incubaba una neumonía que acabaría con ella. Relato biográfico que nada dista de aquellos otros de ficción incluidos en este libro en los que familias se desestructuran cuando la felicidad que les embargó desaparece o cuando una de las partes se llena de la misma fuera de casa, los hijos siguen su curso, los trabajos cambian, las distancias aumentan y la vida pasa, como la de Kovalevsky, en busca de la felicidad, que escapa entre los dedos que tratan de agarrarla en esos pequeños instantes que nos embarga dejando ese fondo de tristeza al comprobar que irremediablemente el tiempo pasa tal y como ocurre con los cuentos de Munro en los que sin darte cuenta ya se han acabado.

El proceso, Franz Kafka

Captura de pantalla 2017-12-04 15.56.56.pngSegún novela Kafka, en sus tiempos, un proceso implicaba que unos agentes acudieran a tu casa para arrestarte, arresto que duraba hasta la finalización del proceso sin que ello impidiese seguir trabajando y realizar tu vida normal, con la particularidad de que el procesado tenía que defenderse de una acusación que le era imposible saber en qué términos había sido formulada, hasta el punto que tampoco su abogado tenía acceso a la misma. Empieza así un deambular por salas de tribunales y amistades cercanas a los jueces en busca de una absolución para una inculpación cuyos términos desconoce y que podrá ser: absolución real, aparente o aplazada. En la primera el proceso desaparece, expedientes incluidos. En la segunda el proceso es una pelota que rebota entre las salas judiciales y el procesado se olvida de su problema aunque de vez en cuando puede ser llamado a capítulo y todo vuelva a empezar. El aplazamiento implica estar continuamente pendiente del proceso por parte del afectado poniéndole trabas para evitar que siga su curso.
El peregrinar por Josef K. por el entramado de la justicia, pone de manifiesto el por qué se la representa ciega y bien sea por su propio sentido de culpa o por no gustarle el sistema acaba facilitando a sus verdugos la condena. De ahí el término “Kafkiano” para designar a aquel individuo que debe enfrentarse a un mundo complejo, basándose en reglas no conocidas o incomprensibles, Por ejemplo: la infanta y su esposo, deben ser kafkianos. ¿O tal vez lo seamos nosotros por no entenderlos a ellos?

Alimento para moscas, Jon Obeso

Captura de pantalla 2017-12-04 15.52.37.pngLa portada y el título son tan sugerentes como lo escrito. Un entomólogo vive aislado cerca de unas cuadras realizando su tesis. Los caballos que sirven de esparcimiento y educación a los jóvenes del pueblo enferman mientras sus habitantes se dedican a la labor de cantería. Desde su atalaya el investigador relata la vida de los ciudadanos en la que sus quehaceres diarios de comunicación con el resto de congéneres y sus formas de reproducción poco distan de los comportamientos de los mosquitos a estudio.

 

Nocturnos, John Connolly

Captura de pantalla 2017-12-04 15.48.47.pngConjunto de 19 relatos donde interviene lo sobrenatural. Unas veces porque los miedos sobredimensionan la realidad y otras por no tener miedo a las otras realidades. Para aquellos que gustan de este tipo de lecturas, Connolly ofrece reinterpretaciones de historias ya contadas, su propia versión de leyendas que se pierden por pasillos tenebrosos o en simas sin luz, así como grotescas formas que adopta el maligno para tratar de poner al lector en trance.