«Este gusto a queso en la boca… Entonces, ¿Esto, esta cegadora evidencia es La Náusea? Eso es todo. Pero me da lo mismo. Es extraño que todo me dé le lo mismo: me espanta. Desde el famoso día en que quise jugar a las cabrillas. Iba a arrojar aquel guijarro, lo miré y entonces empezó todo: sentí que el guijarro existía. Y después de esto hubo otras Náuseas; de vez en cuando los objetos se ponen a existir en la mano»
Así es la lectura de este libro. Un regusto en la boca por dejarlo a un lado junto a una catarsis nauseabunda que obliga a seguir su existencia.
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