Pues aquí nos vemos de nuevo cumpliendo años en un estado de supervivencia permanente, adaptación al entorno cada vez más extractivo y moderadamente optimistas. Sin futuro y con los pies en el presente, Masilva sigue en pie. Gracias a la clientela que compra libros y a la que nos recomienda, gracias a los seres humanos que saben que en la lectura está la satisfación y en la compra de libros en Masilva nuestra permanencia. Para el próximo año se nos ha ocurrido la brillante idea de montar una editorial y les confirmamos que mientras escribimos estas palabras no estamos ni borrachos ni drogados. No les podemos confirmar si tenemos algún despiste neuronal, pero de momento lo que hay es que en el sexto aniversario de la librería Masilva, nace Masilva ediciones, y que al día siguiente de su nacimiento se pone a la venta nuestra primera publicación. Un trabajo de investigación que derrocha pasión y amor por parte de Juan Luis Silva Armas, biólogo e investigador que publica este particular estudio sobre uno de los elementos más tradicionales del folclore de la Isla de El Hierro, el pito herreño. Siempre hemos estado estrechamente identificados y biológicamente unidos con la isla del meridiano y esta publicación es ideal para iniciar un nuevo proyecto en Masilva.
Lo que viene, bajo nuestra visión es puro éxito, una librería reactivada, con más y mejores títulos para una clientela que derrocha experiencia lectora y que quiere compartirla. Una editorial que publica de forma permanente excelentes títulos en cualquier formato para darle al libro lo que se merece y al público solo experiencias inigualables, un Puerto de La Cruz convertido en hervidero cultural y en capital del atlántico en cuanto a propuestas, iniciativas, proyectos y realidades transoceánicas vinculadas a la cultura de todos los colores y nacionalidades. Puro éxito, como alternativa a la realidad del fracaso y el desmantelamiento, del pesimismo y la falta de iniciativa, de la bobería y la mala gana. La paciencia, la resistencia, el interés por mejorar, crecer poco a poco, sin prisa y con calma, nos está haciendo fuertes y optimistas. Seguimos pobres como ratas, pero somos más felices y en cuanto arreglemos eso de la solvencia económica ya ni les contaremos. Les mentiríamos si dijéramos que no nos hace falta el dinero, pero afortunadamente hemos sobrevivido sin él. Cierto que nuestros proveedores no nos tienen tanto cariño y que la seguridad social, hacienda y el banco están razonablemente satisfechos con el nivel de estrujamiento al que nos somenten, pero de lo que se trata es de seguir adelante en este viaje que transcurre entre dos aleteos. Así que hagan lo que quieran. Sean felices, y no se les ocurra hacerse emprendedores siguiendo los consejos de la televisión, de cualquier político, o de los popes y gurús que saturan nuestros timelines con maravillosos consejos patrocinados por el departamento de reducción de estadísticas del INEM.
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