El fragmento erótico de los lunes

El fragmento erótico de los lunes

Nuestra cita de los lunes se ha retrasado, pero llega con las luces tenues del atardecer, quizás más sugerente, para el deleite de los ojos cansados que regresan a casa. Pónganse cómodos y disfruten.

Foto: Kim Sun Jin

Foto: Kim Sun Jin

«Sobre todo cuando el tañedor del órgano la mira allí donde la está mirando. ¿Qué encuentra o qué busca en ese venusino rincón el joven músico? ¿Qué tratan de perforar sus vírgenes pupilas? ¿Qué lo imanta de tal modo en ese triángulo de piel transparente, circulado por venillas azules como riachuelos, al que sombrea el depilado bosquecillo del pubis? Yo no sabría decirlo y creo que él tampoco. Pero algo hay allí que atrae sus ojos cada atardecer con el imperio de una fatalidad o la magia de un sortilegio. Algo como la adivinación de que al pie del soleado montecillo de Venus, en la tierna hendidura que protegen las torneadas columnas de los muslos de la señora, esponjosa, rojiza, húmeda con el rocío de su intimidad, discurre la fuente de la vida y del placer. Muy pronto, nuestro señor don Rigoberto se inclinará a beber en ella la ambrosía. El tañedor del órgano sabe que a él esa bebida le estará siempre vedada pues dentro de poco entrará al convento de los dominicos. Es un muchacho piadoso que desde la más tierna infancia sintió el llamado de Dios y al que nada ni nadie apartarán del sacerdocio. Aunque, según me lo ha confesado, estas veladas crepusculares lo hacen sudar hielo y pueblan sus sueños de demonios con tetas y nalgas de mujer, ellas no han debilitado su vocación religiosa. Antes bien: lo han convencido de la necesidad, a fin de salvar su alma y ayudar a otros a salvar la suya, de renunciar a las pompas y carnes de este mundo. Acaso mira con tanta obstinación el enrulado vergel de su ama sólo para probarse a sí mismo y mostrar a Dios que es capaz de resistir las tentaciones, incluida la más luciferina: el inmarcesible cuerpo de nuestra señora.»

MarioSilva

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