Pickwick, en medicina, ha dado nombre a un síndrome que se caracteriza por los signos del personaje de la novela: obesidad, facilidad para dormirse en cualquier postura y pausas respiratorias que terminan con un gran ronquido. Sin embargo Dickens opta por explotar las bondades psicológicas de este tipo de personas embarcándolo en la creación de un club rocambolesco cuya finalidad no es otra que, tomando dos años sabáticos, recorrer la Inglaterra Victoriana en busca de conocimientos sobre el género humano lo que permite hacerse con una estampa real sobre los avatares de aquellos años en cuanto a los códigos de honor, las formas de enamoramiento así como las relaciones entre los familiares y la servidumbre.
Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante
Libro interesante para quien desee conocer, de la mano de tres personajes de la farándula nocturna cubana, La Habana de finales de los años cincuenta con su Sala Tropicana, sus daikiris, su jazz y el turismo americano que visitaba la isla. Todo ello envuelto en el más puro español de la isla, con su amol, su trusita de baño, su bata de vestir, y sus panes con bisteques. Curiosidad ésta que puede animar a su lectura junto con el humor propio del caribeño y las buenas descripciones de la capital cubana.
Sin embargo TTT es una novela experimental, en la que el lenguaje, las estructuras narrativas y la imaginación literaria no se rige por los cánones habituales, lo que hace que el lector que espere algo más lineal en el proceso de su lectura se pueda quedar libro en mano a medio leer o como dirían en aquella época: te puedes quedal vestido y sin bailal.
Cuentos completos. Leopoldo María Panero
Abordé su lectura con mucha ilusión pero creo que debí elegir su poesía a su prosa. Espero tener más suerte con su poética pues lejos de los sálvame y gran hermano de la literatura establecida por el sistema como pret a porter se encuentra Panero, tan marginal a todo lo mundano, que decidió vivir sus últimos años ingresado en régimen abierto en el psiquiátrico de Gran Canaria. Buena parte de su prosa se repite en ideas que de pronto son salpicadas por genialidades que a modo de agujeros gusano dan explicación a la conexión entre mundos distintos.
Sus cuentos se enrocan en la muerte y el tránsito hacia lo sobrenatural, en ocasiones marcados por la antropofagia, con una España de fondo a la que odia. Me gustó alguna de Las cuatro variaciones sobre el filicidio y especialmente Páginas de un asesino en las que Panero escupe tinta a borbotones como única forma de liberar los nudos neuroendocrinos reverberantes de su mente para plasmar pensamientos que el resto de mortales decapitamos mucho antes de verlos aflorar en nuestra conciencia no vaya a ser que se nos vea el andar de la perrita.
Mansa chatarra. Francisco Ferrer Lerín
Textos escogidos a lo largo de la obra poética y narrativa cuyo denominador común estriba en la procedencia onírica del material literario. Así se lee en la contraportada del texto, a su vez extraído a partir del prólogo.
Hasta la página 55 creí que me estaban tomando el pelo o bien que es imposible una buena digestión a quien por primera vez prueba las ostras y piensa que mastica landres. Sin embargo, aparece Comiaces, caserío hoy no registrado, al norte de Ciudad Rodrigo y, tal vez por la familiaridad de esa ciudad o porque el modelo expresivo se hace más palpable, menos freudiano, comienza el tufillo a caviar.
Indago sobre el autor y entonces no me extraña esa forma suya de escribir a base de frases cortas, a girones, como quien picotea y tira de la carnaza al igual que esas aves rapaces carroñeras de las que como ornitólogo es especialista tras años y años de observación pirenaica.
Todo se hace más fácil hasta el final, más comprensible, incluso entendible el que para muchos sea un ave raris con gran cantidad de publicaciones y adeptos a su singularidad.
Al acabar regresé a los primeros textos. Lo siento. Aún no debo estar preparado para estos manjares.
Una princesa en Berlín. Arthur R.G. Solmssen
Muy entretenida. Un gran trabajo de investigación perfectamente enmascarado por la trama novelesca. Americano que lucha en la Iª Guerra Mundial y salva a soldado alemán. Tras la contienda visita Berlín con intenciones de continuar pintando. Se hospeda en la casa de su amigo cuya familia pertenece a la aristocracia. Se enamora de su hermana. Se codea con banqueros y empresarios al tiempo que toma lecciones de dibujo con un joven que vive en la pobreza. Se ve envuelto en el asesinato del ministro Rethenau, y en el de su amigo y la esposa a manos del hermano de la novia.
En el fondo de la trama, año 1922-23, la devaluación del marco como moneda, capaz de hacer cambiar el precio de un taxi durante el tiempo que dura la carrera, de ver hacer cola a pobres con cestas llenas de dinero para adquirir alimentos básicos, de tintarse los dedos con billetes impresos por una sola cara. El tratado de Versalles asfixia Alemania, Inglaterra la tiene bloqueada, Francia aspira a quedarse con su cuenca minera, la gente pasa hambre, la aristocracia sigue a su ritmo, los obreros son sofocados en sus protestas, en Baviera (Múnich) un joven orador con bigote a lo Charles Chaplin enaltece las masas con un mensaje bien claro: los judíos son los culpables.
Una forma muy amena de aprender historia que ayuda a comprender las bases sociopolíticas de lo que aconteció una década después.
Los versos satánicos. Salman Rushdie
Cuando a finales de los ochenta oí hablar del revuelo originado por este libro, así como la fatwa dictada por el Ayatolá Jomeini poniendo precio a la cabeza del escritor, pensé que Salman había escrito un ensayo, y no una novela, en el que ponía de manifiesto aspectos de carácter científico histórico en torno a las religiones orientales, a partir de esa sección de Los Versos satánicos coránicos, como quien pueda hacerlo a raíz del manuscrito de Nag Hammadi incluido dentro de los llamados Evangelios apócrifos respecto a las iglesias cristianas.
Sin embargo, es una novela, pura ficción aderezada con buen humor, en ocasiones con historias colaterales que de no estar incluidas tampoco pasa nada y el lector se perdería menos en este laberinto imaginativo donde Rushdie despliega fantasía a doquier.
Esto hace suponer que libros debieron venderse muchos pero que una gran mayoría de lecturas iniciadas quedaron con el marcador derretido entre las páginas, pues no es fácil seguir la estela de los dos únicos supervivientes de origen hindú a la explosión de un avión cerca de las costas inglesas entre sus sentimientos de pertenencia al grupo de migrantes. Ni ellos se encuentran a gusto en el país de destino, ni los nativos ni los hindúes ingleses los aceptan en demasía, al tiempo que en su país de origen les ocurre otro tanto al verlos regresar mientras se vertebran sus evoluciones como arcángel uno y diablo el otro con otras historias entre las que se encuentra la de Mahoma (Mahound en el libro), su exilio y su eventual regreso triunfante a La Meca preislámica y politeísta (Jahilia en la novela).
Desde este lado de la orilla tanto revuelo pareciera desmesurado pero hemos de reconocer que también en nuestros mares, por causas igualmente nobles, nadan fundamentalistas del Madrid ni tocarlo, del eso ni nombrarlo que es més que un club o del con eso me faltas al respeto que con la Virgen del Carmen no se juega que es mi madre.
El gran Meaulnes. Alain Fournier
Meaulnes es un joven que llega a un pequeño pueblo francés cuando contaba diecisiete años y revoluciona el aula del colegio al que asiste. En esa aula se encuentra quien será su mejor amigo y quien se convertirá en el narrador de esta historia. Es una de esas historias de iniciación, propias de la pubertad, pubertad de inicios del siglo XX, con sus aventuras y peleas entre alumnos y la apertura al amor. Realmente no pareciera que la historia diera para más si no fuese por cómo es relatada y vivida por quien escribe los acontecimientos, lo que la hace próxima al lector en cuanto a lo sentido por los dos protagonistas, a pesar de que sus avatares estén tan lejos en el modelo de vivencias por las que transcurre la pubertad de los alumnos actuales. Eso se debe a que, con sus matices, la historia contada es la real, la vivida por el escritor, quien murió demasiado joven, a los veintiocho años, en la primera guerra mundial, dejándonos El Gran Meaulnes como su única obra escrita.
Descolonizar la mente. Ngũgĩ Wa Thiong´o
El uso del lenguaje en un continente repartido en 1885 a escuadra y cartabón a partir de la Conferencia de Berlín es el tema central de las cuatro conferencias recogidas en este libro. Thiong´o, escritor, pensador, humanista, exiliado y aspirante a nobel de literatura expone las razones que le llevaron, allá por 1980, a dejar de escribir en inglés para hacerlo en gikuyu como su principal herramienta de creación literaria y concienciación en torno a la colonización europea, más allá de la imposición de los modelos económicos y religiosos en el continente. El reparto de un continente en franjas anglo-franco-lusas, con reductos alemanes, italianos y españoles, favorecieron el desarrollo de niños bilingües que al mismo tiempo lo eran bi culturales y bi religiosos en unas condiciones no paritarias. Su lectura ayuda a entender el papel de la lengua en la construcción de la identidad nacional, cultural, social e histórica de un país.
Fábulas feroces, cuentos inquietantes. Ambrose Bierce
Las Fábulas son las unas feroces y las otras no tanto. Sin embargo los cuentos inquietan bien poco. No por ello pierde entretenimiento la lectura de quien logra, a través de animales de todo tipo así como de seres humanos, escandalizar la moralidad de una ciudad en auge como la de San Francisco de finales del siglo XIX, usando un macabro sarcasmo para hacer entender que las relaciones entre las personas en función de los sectores de poder que ostentan toman en ocasiones vericuetos que solo en la fábula adquieren su máxima expresión, y pueden hacernos entender cuán ridículos quedamos ante los animales.
Maus. Art Spiegelman
Maus, aún siendo un cómic en el que los judíos están representados por ratones y los nazis por gatos, nada tiene que ver con la historia de un niño con pijamas a rayas que deja un sabor de inocencia a un lado y otro de la alambrada. Esta es una historia real que a través de texto y viñetas enseña el confinamiento de los judíos polacos desde que son hechos visibles al portar el identificativo bien claro en sus abrigos. Pasa por su reclusión en barrios de las ciudades de los que no pueden salir para acabar escondidos en dobles fondos de carboneras, basureros y sótanos hasta que eran deportados a campos de concentración como el de Auschwitz del que solo escapaban por la chimenea de los hornos crematorios al ser transformados en humo.
Lo cuenta un testigo que vivió como una rata, y lo hace sin acritud, sin rencor, sin añadir odio, solo lo cuenta, lo cual ya es más que suficiente. Y lo hace a su hijo, el ilustrador y guionista del libro, mientras en la casa cuenta los clavos, las cerillas, aprovecha la bolsa del té, canjea la comida que no va a usar, en su doble condición de comerciante judío y judío que vivió al borde de la muerte y sabe el significado de esas medias raciones de pan que tuvo que esconder para poder canjearlas por alguna mejora que le ayudara a sobrevivir.