Novela romántica en pleno siglo XX. El libro primero, más de doscientas páginas se desarrolla en Hungría y presenta la sociedad de Budapest alrededor de 1913 en torno a dos jóvenes que se enamoran. El libro segundo, otras quinientas hojas, se va en el transcurso de la Gran Guerra hasta la desaparición del imperio Austrohúngaro. La contienda separa el matrimonio, cayendo el teniente preso del ejército ruso y posteriormente rehén de la revolución. Ella permanece entre Buda y Pest, entre esposa y viuda, ante las dificultades de comunicación. Cada cual ha de continuar con su vida cautiva del amor que se profesan pero que se debilita con los años y la necesidad física que solicitan los sentimientos.
Casi cien años después de ser publicada y tras los cambios sociales vividos se hace difícil entender por qué, en España, la novela fue trasquilada durante la censura viendo la luz bajo el título de Las cárceles del alma.


Tal y como aparece en la portada Perec organiza una novela puzle. A un edificio de cinco plantas situado en París le quita la fachada y capítulo tras capítulo describe su interior y sus habitantes. Abarca de esta forma algo más de un siglo de ocupación de las viviendas así como de los sótanos, caldera, ascensor, portería y altillos. Mucha descripción de las distintas habitaciones para luego ir desgranando a sus inquilinos a los que vuelve en sucesivos capítulos. Se configura así un rompecabezas que facilita una buena visión de la sociedad francesa de mitad del siglo pasado. Sus primeros compases me resultaron tediosos debido a un vocabulario profuso a base de enumerar todo lo que pueda existir en una habitación. Luego se le toma el gusto a la lectura ante tal profusión de términos con los que describe muebles, lámparas, camas, cachivaches y todo lo que pudiera contener cuatro paredes. Junto con ello se engarzan las historias personales que despunta muy bien con hilo de verdad y aguja de ficción. Si acaso, en algunas ocasiones, en las que algún personaje toma el mando de la narración, se echa en falta su voz propia, y no la del escritor, pues también se repite en ellos la forma descriptiva de cuantos objetos el personaje cree oportuno.
Hércules Poirot, y Marple de Agatha Christie. El inspector Morse de Colin Dexter. Mike Hammer de Mickey Spillane. Sherlock Holmes de Conan Doyle. Valander de Mankel. Carvalho de Montalbán. Tom Ripley de Patricia Highsmith. Scarpetta de Cornwell. Brunetti de Dona León. Padre Brown de G.K. Chesterton. Bernie Gunther de Philip Kerr. Y muchos más, putativos de Dupin y Poe.
El libro ha formado parte de ese grupo de textos que entró en casa la noche del cinco de enero para hacer crecer la pequeña torre de la mesa de noche. Allí ha ido subiendo y bajando como los equipos de fútbol en la liga y ha sido manoseado como un bocadillo que no hace mucha ilusión comer, al que se le abre las tapas continuamente esperando sea otro el contenido. Su elección habrá obedecido a ese tipo de razonamiento lógico por esas fechas cuando no sabes qué regalar: tú no te compliques, un libro y aciertas, y si ya se lo ha leído o no le gusta que lo cambie. Y puestos a elegir Los Reyes optaron por el más novedoso: imposible que ya lo haya leído; por el de nombre más raro: ni tiempo ha tenido de conocer a tan joven autora; por el de mejor crítica: el que imponen las editoriales como patrón de lectura (esto es de quien escribe no de Los Magos)
Introducción. (Pag 9) Ediciones Cátedra facilita un “breve” análisis del autor, su época y obra. En ocasiones mejor saltársela para evitar influencias; otras veces mejor leerla al final.

Lo más normal que ocurra cuando decides comprar este libro para regalar y te quedas sin lectura es que te intrigue esa mano que parece estar pidiendo que le eches una mano para resolver su identidad.
Dice uno de los treinta cuentistas que componen esta antología que como buen vasco que es, a él no le interesa la liga, que lo que le interesa es el partido, y que esa es la diferencia que él ve entre la novela y el cuento. Así a este libro de muchos cuentos se le puede sacar mucho partido. Partidos con finales sorprendentes en el último minuto, encuentros en los que el desarrollo del juego es lo vital o bien aquellos en los que una jugada da sentido a los noventa minutos. Da igual, es lo bueno que tiene una selección de buenos cuentos, los vas leyendo de poco a poco y entre uno y otro saboreas el bocadillo en la grada.
Los relatos de Neuman sorprenden por el uso que hace de situaciones cotidianas. Éstas una vez se despliegan van adquiriendo un tinte de ficción que las hacen aún más reales hasta que en el último minuto adquieren una cordura fantástica.
Que la palabra sea el límite no quiere decir que lo sea todo aquello que se pueda expresar con un puñado de ellas. Antología de microrrelatos solo de autores argentinos en la que se repasa la trayectoria y evolución de los mismos durante el siglo XX.