La actual Sala Timanfaya acaba de cumplir dos años. Dos años que han dado para mucho pero que sobre todo han demostrado que la ilusión por sacar un proyecto adelante puede superar cualquier dificultad. Trabajar por la cultura nunca ha estado ni de moda, ni es muy rentable económicamente hablando, pero La Sala Timanfaya nos está demostrando día a día que la rentabilidad emocional puede estar por encima de la económica. Aunque evidentemente no puede ser así permanentemente.
Por eso el público se ha convertido en un componente vital para su mantenimiento y debe seguir siéndolo. Seguramente a Mónica y su equipo le vendría de maravilla que alguna institución pública les echara una mano. Tan solo por el hecho de que la sala está poniendo de su parte para que la ciudadanía del Puerto de La Cruz pueda acceder a una oferta cultural continua y de calidad. De todos es sabido que el acceso a la cultura y sus manifestaciones es un derecho de cualquier persona y los poderes públicos deben de promoverla y tutelarla. Mientras llega esa ayudita, Mónica y su equipo siguen trabajando, porque está claro, y lo demuestran, que en ningún momento se han sentado a esperarla. Afortunadamente saben muy bien lo que hacen y cuentan con un público fiel, que les apoya, además de multitud de colaboradores y artistas.
Por suerte la sala Timanfaya tiene un aforo más que amplio y cabe muchísimo más público, así que animamos a los que no la conocen, o a los que no son muy asiduos, a que se asomen, vuelvan y se sumen al proyecto, (por alusiones, tomaremos nota). El Puerto de La Cruz ha demostrado que tiene inquietudes cultuales y que sabe sumarse a proyectos que aportan valor a la ciudad. La Sala Timanfaya es uno de ellos.
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