Sólo se es libre cuando no se desea nada, y un ser perfectamente libre no debería desear nada. Y como yo no deseo nada, llego a la conclusión de que soy libre.
“Probablemente sea que como lector no está uno preparado para este tipo de novelas. Porque bien escrito está, la historia gusta; gusta ver cómo se va transformado la pareja en función de la economía y la enfermedad y más aún ciertas imágenes que crea el autor en relación con el amor entre humanos, el amor obsesivo por una pasión que conduce a coleccionar libros, sus alusiones al modelo laboral, sus referencias a una ciudad desubicada con respecto al espacio – tiempo actual, etc., pero todo esto envuelto en una ficción tan surrealista deja un regusto una vez acabada de leer que invita a pensar: y una vez retirada la espuma ¿Qué?” (Javier González)
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