Coja Ud. el libro e imagine que es el fondo sobre el que tomará forma un puzle cuyo resultado será una obra de Michelangelo Merisi. Para ello ha de convertir sus 59 capítulos en otras tantas piezas. No le importe sobar las esquinas de las hojas hasta ablandarlas, estirarlas, hamacarlas, mamelonarlas, crear pseudópodos, invaginarlas, evaginarlas, meter, sacar. Evite toda pudicia si nota en ellas mucosidad filante al tacto o cierto tufillo prostático, pues algunas destilan efluvios de alcoba con tintes selváticos, catedralicios, barragánicos.
Lo primero que le sorprenderá son dos fichas que sitúan a Quevedo y Caravaggio disputando un partido de tenis. Junto a éstas se irán acoplando otras. Una para describir las pelotas al uso, realizadas con pelo, de ahí que se llamen pelo-tas, y entre ellas una con propiedades de talismán al estar realizada con pelo de Ana Bolena antes de ser decapitada, y que en su debido cofrecito circula entre banqueros y aspirantes al trono de Pedro. En otra aparece de espectador Osuna casado con una cortesana, nunca mejor expresado, al ser nieta de Cortés, personaje impopular en las dos orillas. Y así se irán sumando capítulos al rompecabezas hasta crear un tótum revolútum sobre los inicios del tenis, el arte pictórico del artista y sus cuadros, La Nueva España, Tenochtitlán, Cuauhtémoc y Hernán; sobre Pío IV, Calvino, Lutero, La Santa Inquisición y La Contrarreforma, La Utopía de Moro y de Vasco de Quiroga hasta conseguir reunir la técnica de los colorista de amantecas aztecas con los claroscuros del Barroco que el maestro captó en su estudio usando la luz de las velas.
Al terminar conviene que aleje tanto el puzle como el libro, lo sopese, y lo vuelva a mirar forzando la presbicia y lo vuelva a distanciar de tal forma que el vicio y el placer con el que ha leído cada uno de los inconexos capítulos los verá de una sola pieza y comprenderá la diferencia entre un cuadro colgado en la cabecera de la cama de un hotel y un Caravaggio o entre un best seller y una novela merecedora del premio Herralde 2014.
Deja un comentario